De las más de 250 variedades de ajíes que existen en el mundo, Alejandro Éder tiene alrededor de 30, pero en sus cuentas han sido muchísimas más desde su adolescencia, pasando por la universidad y trabajando, además, con dos presidentes de la República. Muchos de estos chiles se los han regalado, pero han sido las personas más cercanas a él que conocen su afición.
El candidato de Revivamos Cali a la alcaldía de la capital vallecaucana también suele conseguir otros ajíes para rendirles todo un tributo en una canasta que atesora en su hogar con sus más grandes amores: su esposa, Taliana Vargas, y sus dos hijos pequeños, Alicia, de 4 años y medio, y Antonio, de 3.
«Tengo un hobbie poco común, colecciono ajíes», confiesa entre risas el aspirante que, por segunda vez, se lanzó a la alcaldía de Cali en una candente contienda que al final del camino dejó a ocho postulados.
Desde que era un adolescente y terminó su bachillerato en el colegio Bolívar, en Cali, ese picante le empezó a fascinar desenfrenadamente al menor de los cuatro hijos de Henry Éder y Elena Garcés. «Somos una familia raizal de Cali, una familia empresarial con una muy larga tradición de trabajar por la región”, como él mismo lo describe, al tiempo que recalca sus gustos por jugar ajedrez todo el día y por la música salsa. Asegura que la lleva en sus venas, un ritmo con el cual conquistó a su esposa, reconocida porque ha sido actriz, presentadora, modelo y es la creadora de la Fundación Casa en el Árbol. A ella le pidió formalmente su mano en uno de sus restaurantes favoritos. “Fue así como cayó”, dice el candidato, mientras sonríe con ella, orgulloso y feliz por su familia.
Éder tiene ajíes en frascos, siendo su mayor tentación, porque así como los colecciona, también los disfruta en sus comidas predilectas, en especial, los platos típicos colombianos y vallecaucanos. Pero donde el ají no puede faltar es en los fríjoles. “Si alguien viaja le pide uno para tener de todos los países, le echa ají hasta a los huevos”, dice su amigo Carlos Molina.
“Le encantan. Para él es un complemento que siempre tiene que estar en la mesa”, comenta su esposa. “Ella es mi compañera de sueños y de mi vida”, dice a su lado el candidato que nació el primero de diciembre de 1975, en Washington, en Estados Unidos. No obstante afirma tajantemente ante los señalamientos por su origen: “Nosotros somos de Cali” y anota que a los 2 meses de su nacimiento estaba en la ‘Sucursal del cielo’, compartiendo con su hermano mayor una infancia de juegos e inocencia de 7 años que luego se vio interrumpida por una tragedia familiar. Cuenta que el M-19 intentó secuestrar a la madre y luego plagió a una tía. Fue así que se vio forzado a un destierro doloroso, porque los secuestradores dejaron el mensaje de que iban por la mamá, su hermano, que en ese entonces tenía 9 años, y por él.
Vivió en el país anglosajón hasta su adolescencia y luego se devolvió a Colombia para terminar sus estudios de secundaria en el colegio Bolívar, en el sur caleño. Empezó a interesarse por la resolución de conflictos y esa motivación llevó a Éder, precisamente, a estudiar su carrera y sus posgrados en ese campo.
Estudió Relaciones Internacionales y Filosofía en el Hamilton College y realizó una maestría en la Escuela de Asuntos Públicos e Internacionales (SIPA) de Columbia University, en Nueva York.
Pero aclara que nunca se ha desligado de Cali, al punto de que a los 22 años se internó en Aguablanca para trabajar de la mano de aquella incansable religiosa de la comunidad franciscana que no vestía de velo y cuyo temperamento recio la condujo a socializar con niños y jóvenes pandilleros del vulnerable distrito, en el oriente de la ciudad. Fue allí que Éder conoció a la recordada hermana Alba Stella Barreto, cuyo fallecimiento en 2017 aún retumba en esas zonas de la comuna 14, una de las más violentas en esta capital.
Éder fue además, banquero, siendo testigo de uno de los hechos que cambió la historia contemporánea de Estados Unidos: el ataque a las Torres Gemelas. “Yo fui testigo. Yo lo viví porque estaba al otro lado de las Torres, un evento que generó un quiebre en mí” y fue así que se repitió que debía trabajar por la seguridad de Colombia, “sin violencia y desarrollada”.
“El tema de paz y resolución de conflictos es una de sus más grandes pasiones e inclusive, se relaja analizando guerras de otros países”, anota su esposa, quien también hizo esta revelación: “Cuando pequeño quería ser bombero para salvar a las personas y también coleccionaba bloques de ExtraLandia, que son como legos, porque le gustaba armar ciudades con ellos. Creo que ahí empezó todo”.
Otro de los amigos de Éder, Felipe Montoya, dice que hace unos 10 años en una de sus conversaciones le compartió ese sueño de llegar a la Alcaldía de la ciudad que lo vio crecer. “Fue en esa época que hablamos y que me contó sus aspiraciones. Recuerdo que Alejandro también creó un grupo de WhatsApp al que llamó ¡América Campeón!”.
Hace cuatro años se lanzó por primera vez a la alcaldía de Cali, logrando más de 135.000 votos.
“Llevo casi 20 años de vida pública sirviendo las causas más complejas como acabar la guerra y el reclutamiento de menores. Fui negociador del proceso de paz, alto consejero presidencial. Trabajé en el segundo mandato del expresidente Álvaro Uribe y de Juan Manuel Santos. Pero, ante todo, soy su servidor y desde aquí les digo: como el nuevo alcalde de Santiago de Cali lo primero que haré es un consejo de seguridad con todos los actores y sacaré la Policía a la calle”. Fue Alto Consejero Presidencial para la Reintegración de Colombia y director General de la Agencia Colombiana para la Reintegración (ACR)
El aspirante concluye: “Ese soy yo. Un empresario, esposo, amigo, hijo, hermano, padre orgulloso y el nuevo alcalde de Cali que no llegó por maquinarias, sino por los ciudadanos”.