No dejemos que Sevilla se muera


quemar los días

El Icónica Fest es, precisamente, uno de los resortes para sacar a la ciudad de su estado de atonía

El padre de Naty, la chica eslovaca amiga de nuestra hija que se ha convertido ya en familia adoptiva, es un melómano recalcitrante, con el que frecuentemente me guasapeo en mi mal inglés, compartiendo vídeos y canciones de Spotify. Comenzamos a escribirnos, en realidad, cuando vio mi foto de perfil en Whatsapp; yo llevaba una camiseta de los Black Crowes, el mítico grupo de rock estadounidense, al que tuve la suerte de ver en directo hace dos años en el Teatro Romano de Mérida. La última vez que Naty estuvo en casa le comenté que tenía entradas para ver a los Cypress Hill en el Icónica Fest. Naty, como su padre, está muy puesta en música y tiene un gusto exquisito. No solo los conocía, sino que les encantaban; su padre había intentado sin fortuna verlos en directo, pero aún no había podido, a pesar de que son muy pocos los grupos y artistas de resonancia internacional que se le hayan escapado. Porque Cypress Hill son una referencia mundial en el hiphop, que difícilmente hubieran venido a Sevilla de no ser por el Icónica Fest. Del mismo modo, supongo, que jamás habrían venido a España los Black Crowes si no les hubieran ofrecido el delicioso marco del Teatro Romano de Mérida como enclave.

Leo que la asociación Sevilla Se Muere ha pedido a la Junta de Andalucía que suspenda el festival sevillano y sancione a la organización por vulnerar la ley, alertando de los posibles daños al patrimonio causados por el certamen.

Que Sevilla se muere es algo que vengo diciendo desde hace mucho tiempo. Lo decía hace varios años, con insistencia, cuando veíamos cómo los grandes artistas internacionales descartaban a Sevilla como ciudad para sus conciertos, eligiendo otras opciones con más resonancia como Málaga o Granada. Y lo digo, habitualmente, cuando atravieso la Plaza de España y la veo completamente tomada por turistas que deambulan atiborrándose de selfies y convirtiéndola en un escaparate de cartón piedra, el Eurodisney sevillano, sin verdadero sentido de vivencia y convivencia con el espacio. Si hay algo que puede contribuir precisamente a que Sevilla no se muera es dotar a un lugar tan emblemático como la Plaza de España de vida, de experiencias, de relaciones, de recuerdos que pervivan en la memoria. Soy de los que viví aquel tiempo, hoy impensable para muchos, en que era posible aparcar en la misma plaza, convertida en un descomunal y descabellado aparcamiento. Quien haya asistido a algún concierto de Icónica Fest y tenga cierta experiencia en festivales sabrá que hay pocos que estén tan bien organizados y sean más respetuosos con el entorno que el de la Plaza de España. Con el Icónica Fest, nuestra ciudad ha entrado por la puerta grande en el circuito internacional. Por favor, no dejemos que se nos muera.


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